Organizar las actividades según la urgencia y la importancia. Garantizar una mayor claridad en las actividades empresariales. Resolver los posibles problemas que puedan surgir en el día a día. Mejorar la productividad de las empresas. Agilizar la ejecución de los procesos. Reducir el tiempo de toma de decisiones, además de optimizar el proceso.
(1) Importante y urgente: debe realizarse inmediatamente. También se les llama "hacer primero" y no pueden esperar, como las acciones para demandas inesperadas. (2) Importante y no urgente: tareas que son relevantes para la empresa, pero que necesitan un plazo de ejecución y no exigen una entrega inmediata. Ejemplos: cursos de cualificación o certificados de calidad de la empresa. En este caso es posible decidir cuándo hacerlas. (3) Urgente y no importante: deben realizarse con rapidez, pero no son muy importantes, como responder una llamada o contestar un mensaje. A veces se puede delegar en otra persona. (4) No es urgente ni importante: es el último en la lista de prioridades. Pueden esperar. Muchas veces, el objetivo es trabajar para excluir este tipo de actividad.